Me desperté temprano pero no antes que mi anfitriona a la cual me encontré hablando con el dueño de la casa mientras éste me miraba sin ocultar su desconfianza hacia mí.
-¿En medio de la noche y sin avisar? –preguntó él, tenso, mientras me desperezaba. –¿Estás segura de que no está con Tansa? -agotado a la vez que nervioso, no dejaba de lanzarme miradas acusatorias.
-Completamente segura –afirmó la otra. –Aparte de que está siendo perseguida, me ha traído gran cantidad de documentos acerca de los sucesos acaecidos estos días. Sea quien sea, sé que es de fiar y que, seguro, nos resultará ser de utilidad.
-En fin, como digas… –replicó el otro, renqueante, mientras se giraba de vuelta a su habitación. –Siéntete en casa y todo eso -sin añadir una palabra más, se volvió a su habitación y cerró la puerta con tanta desgana como poca fuerza.
-Pobre hombre –me comentó Maribel una vez el otro se encerró en su habitación. –El señor Romer apenas ha podido dormir desde que secuestraron a su hijo.
-Si tiene la escopeta en brazos incluso mientras duerme, he de imaginar que le hicieron algo más que llevársele el hijo –comenté distraídamente mientras me dirigía al baño a asearme un poco la mala cara.
-Tiene bastante intuición, ¿sabe? –dijo la otra en parte sorprendida.
-La justa y necesaria para no andar preguntando perogrulladas todo el rato –dije mientras cerraba la puerta del baño. -Lo que está claro, no necesita de preguntas pedantes todo el tiempo -tras refrescarme un poco la cara, sentí como volvía a la vida diurna.
Maribel no dijo nada y me pareció escucharla retirarse hacia la cocina.
Cuando terminé de lavarme, me la encontré sirviendo el desayuno.
-No es mucho, pero es todo lo que hay –se excusó ella al presentarme tan escasa ración. –El señor Romer no está muy animado para salir a comprar y servidora no pudo salir en mucho tiempo. Espero que os resulte de…
-Maribel decías que te llamabas, ¿no? –interrumpí de golpe.
-…eh… sí, ¿por qué? –preguntó ella algo extrañada por la interrupción.
-Si para vos no es demasiada molestia y no os supone un esfuerzo excesivo, os pediría que me tratarais de tú para así no sentirme tan anciana de repente –respondí jocosa a la par que tocada. Esa manera tan rematadamente educada a la hora de expresarse me estaba sacando de mis casillas.
-Perdone… perdona –se corrigió rápidamente –que no sepa expresarme de otra manera: Así fui educada.
-De familia rica he de suponer, ¿verdad? –pregunté mientras me sentaba en la mesa. –En fin, si has acabado trabajando en esta clase de cosas, no seré yo quien te pregunté cómo ocurrió.
-Cambiando de tema -por su tono, imaginé que no le gustó la mención a su familia. -¿Cómo ha conocido a Theodoros? –me preguntó sin abandonar su tono fino. –No creo que sea médium pero el señor Theodoros dice que le trata como yo a él.
-Quiso echarme de casa –dije después de tragar lo que tenía en la boca. –Aunque creo que eso ya lo sabías.
-Al fin de al cabo, es un quicksilver: Poltergeist de poca entidad pero molesto. Sus asuntos tendrá en este mundo para que no se haya ido todavía y parece que para ello necesita su antigua casa.
-En el fondo no es tan molesto el chaval –dije para acabar de comer lo poco que tenía en el plato. –Si no me hubiese expulsado de casa, los de Tansa me habrían encontrado, lo cual me hace preguntarme una cosa: Theo, ¿entraron también en su casa?
Maribel permaneció un rato callada para luego responder:
-No, en mi casa no entraron –respondió ella por el fantasma. –Parece que aún no saben donde vivo. Es cosa buena que sepa ocultar mis rastros, lo cual es un alivio, si tenemos en cuenta todo lo que guardo allí.
-Ya sé que soy como una mala piedra en el zapato ahora que he venido tan de repente –dije mientras metía el plato en el fregadero –pero me gustaría saber si tienes algún plan para este asunto. Si no sales de esta casa será por algo, ¿no?
-Así es: Estoy esperando a que un par de espíritus de las víctimas de Tansa vuelvan aquí para informarme de sus movimientos. Sin embargo, hace mucho que no recibo ningún mensaje suyo. De todas maneras, gracias a tu ayuda, ya sé donde puede vivir ese bergante.
-Así me gusta, que me tutees… Pero, aunque sepa donde vive, él está en el barrio de Marylebone y, por la actuación de la policía de la zona, puedo asegurarte que la tiene bien comprada. Encima, teniendo en cuenta la manera que tenían de perseguirme, estoy segura de que no son precisamente pocos los adeptos de Tansa.
-Según la “desfasada y poco fiable información de este pobre jardinero”, dice Theodoros, los adeptos pueden pasar, sin problemas, de los dos centenares. Si lo que cuentas es cierto, actualmente puede que sean más del triple.
-¿Qué sabe Theodoros acerca de Doe?
Maribel permaneció un par de minutos callada, mirando a una pared mientras escuchaba algo que no era capaz de oír, cosa que me hacía sentir incómoda, incluso tonta, al no ser capaz de tener unos sentidos tan afilados como los de mi rubia vecina.
-Trabajó para él, eso ya lo sabes –dijo adoptando, con algo de esfuerzo, un tono más convencional. –En el primer año en el que estuvo a su servicio, su jefe no era especialmente excéntrico, tal vez algo soberbio pero no mala persona. Pero un día, a finales de verano, pareció cambiar de repente y comenzó a exigir cosas extrañas a sus sirvientes como que comenzaran a llamarlo “Tansa” y que se unieran a su causa para llamar al “Señor” a este mundo. A Theodoros le pareció una locura transitoria a causa de su intenso trabajo.
-Pero se equivoco.
-Mucho, según él: Cada cierto tiempo, Doe iba a visitarlo para “convencerle” de que se uniera a la secta. Le vigilaba, le seguía y no escatimaba esfuerzos para presionarle. Incluso le mostró su “Santuario”, una enorme cavidad que había debajo de su casa. Por lo que me ha contado, la mansión de Doe se construyó encima de una enorme caverna. “Una horripilante, profunda, tenebrosa, oscura y, sobretodo, húmeda cueva” según él. Por su descripción, no soy capaz de hacerme una idea de cuál es su auténtica profundidad.
-¿Y allí abajo, se hacía algo más que gritar a los cuatro vientos “traedme las tripas de diecisiete personas”?
-El señor Theodoros presenció uno de los “oficios”. Y, como entendida, de de opinar que una misa negra nunca es tan rematadamente desorganizada, de veras -no pude evitar notar como se sonrojaba un poco. -Allí todo el mundo iba (y, muy probablemente, aún van) a lo mismo.
-¿A qué? –pregunté curiosa aunque sospechando la razón del color en sus mejillas.
-En el auténtico satanismo se siguen unos pasos concretos para guiar las celebraciones y los oficios los cuales se guían por los tres principios del Baphomet: Consuelo, destrucción y, en fin, lascivia… –esta última palabra la suspiró para darme una imagen bastante clara de lo que se montaba allí abajo. –Como gran sacerdote, Tansa no vale ni dos peniques pero, en según que asuntos sí que sabe como llamar la atención.
-No, si ya dicen que tiran más dos…
-Ejem… -algo que incomodaba a Maribel: El tema de la procreación ociosa. -La cuestión es que para cuando se dio cuenta de lo que le pedía el señor Doe, Theodoros prefirió separarse de él y cambiar de jefe.
-¿Le pidió algo en concreto?
-Que buscara un corazón, literalmente. En teoría, lo que Doe pretendía era convertir a Theodoros en su ejecutor personal. Cuando se negó y le amenazó con denunciar las “amoralidades” que se celebraban allí abajo, Doe decidió convertirse él mismo en el ejecutor. El resto es historia. Por lo que pude leer de los borradores de los artículos acerca del señor Theodoros, Doe o tenía muchos buenos abogados o tenía suficiente dinero como para sobornar a medio cuerpo de policía. Él y su ayudante Lilith son los dos sumos sacerdotes de su orden.
-¿Tiene algo que ver el hijo de el señor Romer con ellos? ¿Por qué lo han secuestrado a él precisamente?
-El señor Romer fue uno de los sirvientes de Doe hace ya cuatro años, justo antes de que su señor comenzara a desvariar. Por razones que no vienen al caso, decidió abandonar el trabajo y abrió su propio negocio. Así pues, su mujer, él y su hijo acabaron aquí..
-¿Qué pasa con este lugar?
-Piensa un poco en el camino que has tenido que realizar hasta legar aquí: ¿No parece este lugar un poco apartado de las calles principales? Está como medio aislado en medio de la ciudad.
Bien mirado, llevaba razón. Yo me había metido por allí para despistar a la gente de Tansa entre ese mogollón de callejuelas. El hecho de encontrarme con Maribel justo en ese laberinto fue algo que nunca me habría esperado.
-Tal vez sólo cambiaron su vivienda a causa de su hijo –continuó ella. –Digamos que es un joven bastante especial.
-¿En qué sentido? ¿No será la encarnación de algún amiguete que vive allá abajo?
-No, es más bien alguien parecido a mi persona: Por lo que el señor Romer me ha permitido saber, alrededor de su hijo Aaron ocurren cosas “extrañas”. Cosas como que empiecen a flotar los objetos a su alrededor, que hable con las paredes o que responda incluso antes de que se le haga una pregunta. Según parece es un médium de alto nivel, con un potencial incluso mayor que el mío. Tal vez sea por eso que les parece tan especial.
-¿Sabía Doe algo acerca del chico?
-Eso es lo que me extraña: Doe no debería saber nada del hijo de Romer porque nunca habló de los fenómenos causados por su hijo con nadie aparte de su esposa, además de que ni siquiera debería saber que tenía un hijo. Lo cual me lleva a la segunda sospechosa: Lilith. Según lo que me ha estado contando Theodoros y lo poco que dejó traslucir el adepto que huyó de la secta, es una mujer algo extraña que llegó poco después de que enloqueciera su jefe. Al parecer, es algo parecido a su secretaria o ayudante aunque su cargo nunca ha quedado muy claro. Sólo sé que es una persona muy inteligente y que apoya la habilidad de Doe con los negocios a la perfección. Al menos, en teoría, eso es todo. Sin embargo, nada más llegó, comenzó a ayudar a Doe en los oficios aunque casi nunca llegara a participar realmente en ellos. La única vez que Theodoros vio una de esas misas, percibió claramente que Lilith se mantenía discretamente en una esquina mirándolo todo pero sin hacer el más mínimo viso de entrar en el grupo. A sus ojos, hasta parecía hastiada y aburrida. Cuando tocaba hablar, ella lo hacía sin reparos pero lo que era “disfrutar” de esas celebraciones, no lo hacía.
-Por lo que tengo leído acerca de ella, es una mujer de pocas palabras aparte de muy fría.
-No creo que sea como el resto de la gente. Puesto que es la ayudante más directa de Doe, he de pensar que ha sido ella quien descubrió las rarezas de Aaron y dirigió a sus hombres a por él. Si no intuyo mal, ella también es una médium.
-¿Por qué será que de repente la ciudad de Londres parece que está llena de fantasmas, sectas raras y mediums en cada esquina? –opiné extrañada. –No negaré que Theodoros existe, no negaré tu capacidad para hablar con él y no diré que no cuando digas que Doe es idiota pero…
-No te extrañe: La mayor parte de los psíquicos y mediums que existen, ocultan su condición por una u otra razón. Y los que no soportan ocultarlo, buscan a sus semejantes con los que compartir sus sufrimientos y padecimientos.
-“Dios los cría, ellos se juntan” -sin duda, el mejor refrán para este caso. -Aún así me extraña que eligieran al hijo de este pobre hombre.
-Si eso, ya le preguntaré yo misma de dónde sacó la información acerca de Aaron. Tal vez lo supo por medios alternativos pero no hay nada seguro.
-De todas maneras, eso no es lo que importa: Aunque sepamos dónde está sigue estando vigilado por más de doscientas personas. No creo que nos dejen entrar en esa mansión por las buenas y en la policía apenas podemos confiar.
-Tengo un par de ideas –comentó ella. –Por lo que me ha contado Theodoros y por las indicaciones de algunos informadores, Doe celebra los oficios cada domingo por la noche, sin falta. Allí se congregan sus adeptos sin falta. Y cuando digo todos, me refiero a absolutamente todos, incluidos los policías que tiene en nómina. Los domingos, entre las ocho de la tarde y las dos de la mañana, es el día en el que puedo pasear sin problemas por esa zona sin peligro a que me detengan.
-Pero aún así no podrás entrar.
-Me servirá para comprobar rutas y planificar estrategias. En este trabajo, toda información siempre es poca.
Y, sin más, se levantó a por la carpeta con la información que había traído para revisarla concienzudamente.
Maribel era muy meticulosa y lo suficientemente sistemática como para apuntar todas las indicaciones que le daba Theodoros acerca de las características de la mansión y de la caverna. En cosa así de unas cuatro horas, no sólo sabía cómo acceder a la mansión sino que, además, tenía un mapa detallado de todo el lugar desde el segundo piso hasta todo el camino de la caverna.
Yo ayudé con mi habilidad natural para interpretar mapas, corrigiendo incoherencias en el plano, cosa que sorprendió gratamente a mi rubia vecina. Al final fui yo la encargada de corregir la cartografía del lugar, logrando dibujar un mapa “fidelísimo” a lo que recordaba Theodoros.
El jardín, según la información permanentemente actualizada de Theodoros, era un lugar donde era muy sencillo ocultarse. El problema residía en la vigilancia de las entradas principales: Doe había contratado a más de treinta guardas jurados que vigilaban el perímetro de la mansión como auténticos perros de caza. Era sencillo acercarse pero ya no tanto entrar, ya no digamos lo que podría ser intentar salir a toda prisa.
El interior era más sencillo: Según mi fantasma particular, había permanecido completamente intacto desde que abandonó este mundo. El servicio del interior de la mansión se había simplificado por lo que la vigilancia interna era sencilla. El problema residía, realmente, en el sótano y la caverna: No había manera humana de entrar sin ser descubierto pues sólo existía una única entrada, no precisamente holgada. Tres personas bien armadas la vigilaban constantemente, dos cubriendo la entrada y una tercera, aislada en una cámara segura, cerca de las alarmas.
-¿Cómo lo ve? ¿Alguna idea? –preguntó Maribel cansada tras idear toda clase de estrategias para acceder pero sin encontrar ninguna solución factible.
Pensé largo rato en cientos de posibilidades, cada cual más absurda que la anterior (hasta pensé en hacerme con alguna arma pesada y entrar a saco matando a todo aquel que me mirara mal pero eso era demasiado exagerado hasta para mi alocada imaginación). Pensé, ideé, imaginé, recapacité, intuí… pero nada logré inventar para poder entrar y luego salir sin problemas.
-Será horripilante pero sólo por la gente que hay allí –comenté con voz queda mientras meditaba sentada en el sillón, –su profundidad sólo es una molestia; la oscuridad es una ventaja y la humedad… –de repente, al pensar en ese detallito, se me hizo la luz y fui a preguntar directamente al fantasma. –Theodoros, cuando dices que es húmeda, ¿dices simple sofoco al respirar o hablas de auténticos regueros de agua?
Maribel no tardó en dar una respuesta:
-Tienen que usar hasta bombas de agua para drenar lo que llega a fluir hacia allá abajo.
-Nunca te has introducido demasiado, ¿verdad?
-No le gusta el lugar, le da escalofríos y, cuanto más baja, más terror siente de encontrarse algo indeseable –respondió Maribel.
-La humedad no se da en el sótano de la mansión sino un poco más abajo en la caverna, ¿no?
-¿Por qué lo preguntas?
-¡Intuye un poco, chiquilla! –exclamé con alegría en mi voz. –Estamos en medio de una ciudad: Aunque todo esto esté lleno de edificios, eso no niega que en el subsuelo haya todo un trazado de conducciones de agua, cloacas y túneles de metro. Si mi intuición es correcta, esa humedad que se da en la caverna de Doe se podrá deber a uno o varios escapes de alguna cloaca o conducción de agua. Si hay alguna zona especialmente húmeda se deberá a que en esa parte, la pared es más delgada que en otras y que, con el tiempo, se ha abierto una vía de agua hacia la caverna..
-¿Dices que pretendes entrar haciendo un agujero desde las cloacas? Eso es fácil de decir pero no creo que ninguna de nosotras dos conozcamos lo más mínimo ese terreno…
-Los mapas de esa clase de lugares no son secreto estatal –afirmé sonriente. –Un paseo al ayuntamiento, reviso los mapas y tendremos la ruta directa para entrar en la caverna de Doe.
-Pero… si tendrías que comparar los mapas interno y superior, ¿no sabes que…?
-¿…es complicado? –interrumpí al tiempo que me ponía la gabardina y el sombrero. –Los mapas los leo mejor que la poesía; los caminos largos me parecen senderos agradables y yo, jamás de los jamases, me he perdido. Nunca he perdido el norte así que déjame esto a mí y, para esta noche, tendrás una ruta perfectamente planificada… lo cual lleva a preguntarme –dije al acordarme de un detalle que había estado obviando todo el rato: –¿Cuándo pretenden matar al niño ese?
-Si nos guiamos por toda la serie de tópicos que aplica Doe, muy probablemente la noche del 31 de octubre, la Noche de Walpurgiss.
-Dentro de tres días –me dije sopesando cuánto tiempo implicaba ese límite de tiempo. –Muy bien. Espero que la presión me ayude en este trabajo. Volveré por la noche.
Y, sin más dilación, salí de esa casa sin dejar de notar la fría presencia de mi compañero fantasma.
No me costó demasiado lidiar con los funcionarios y, con un par de excusas, una historia convincente y sin demasiados problemas, pude pasarme toda la tarde revisando los mapas. La verdad es que no necesité más de media hora para encontrar todo lo que necesitaba: Encontré los diferentes colectores que se acercaban a la casa, las conducciones de agua importantes, los túneles de metro que había más allá. Lo miré todo a fondo, memoricé todos los caminos que existían en el subsuelo de Marylebone y después planifiqué rutas tanto de entrada como de huida. Supuse que allá abajo no se estaría precisamente a gusto ni que fuese un camino de rosas pero al menos conocería el terreno mucho mejor que mis posibles perseguidores.
Al salir, me di un paseo de vuelta a casa del señor Romer, con discreción, para tomar un poco el aire después de todo ese tiempo en interiores.
Estaba preocupada. No tanto por mí, o por Aaron o por el destino de mi jefe. Me angustiaba pensar en el siguiente paso que tendría que dar. Sí, tenía la ruta, planes, notas acerca de los que estaban allí dentro, detalles acerca de la vigilancia y todo eso… pero, ¿ahora qué? ¿Es que acaso pretendía entrar allí en plan heroína y salvar a quien fuera? Si Doe tenía tanto poder, supuse que no le costaría demasiado salirse con la suya y, más tarde o más temprano, la sangre de algún otro niño correría. Aunque lograra salvarme de esta locura no me sentía nada cómoda.
De repente, se me vino a la cabeza la nefasta idea de que nada de lo que hacía me iba a servir para nada en absoluto, que no podría huir, que debería ocultarme toda la vida de ese loco imbécil desalmado…
“Suficiente aire por hoy” me dije deprimida e intranquila y me encaminé a la casa del señor Romer para pasar la tarde que quedaba comentándole mis planes a Maribel. Otra cosa no me quedaba por hacer.
Cuando llegué, me la encontré leyendo al tiempo que, cada pocos segundos, apartaba la mirada hacia la ventana, como si estuviera esperando a que alguien llegara volando para hacerle entrega de un importante mensaje.
Me recibió con su más que típica cortesía y le expliqué mis ideas con voz algo apagada.
-¿Estás cansada?
Su tuteo me pilló algo desprevenida. Yo estaba explicando objetiva y con sequedad mis indagaciones y, de repente, me saltó con eso. No supe qué contestar inmediatamente por eso seguí explicando mientras hacía un gesto de negación al tiempo que sonreía no muy convencida.
-¿No te habrán estado siguiendo?
-No, para nada –dije al fin sin ocultar mi desagrado ante mis expectativas. –Maribel, ¿qué se supone que haremos allá abajo? –suspiré mientras miraba los mapas que había transcrito a partir de mi memoria fotográfica para los mapas. –¿Llegamos y rescatamos a Aaron, luego logramos que detengan a Doe y ale, ya está?
-Es agradable que te lo tomes con tanto humor –dijo ella con una cortés media sonrisa. –No he pensado hasta hace muy poco una incursión allá dentro. De hacerlo, lo más probable es que no salga viva de ese lugar pero la muerte es algo que a mí ya poco me preocupa. No tienes por qué venir: Para mí, esto es algo profesional, no vocacional.
-No me refiero a eso: Aunque lograras tus objetivos, ¿qué harías con Doe?
-Una de dos: O dárselo a autoridades de confianza o matarlo –se me heló la sangre al escucharla pronunciar esa palabra con esa cara tan impasible. Era casi como si matar a sus enemigos fuese para ella algo común. –Desgraciadamente, la segunda opción está cobrando fuerza pues ninguna de esas autoridades es de ninguna zona cercana a Marylebone. Podría contactar con un conocido de la Scotland Yard pero, sabiendo de él, mucho me temo que no lograría ninguna respuesta hasta dentro de una semana por lo menos.
-Si tiene que ver con estos asesinatos, ¿por qué no iba a hacerte caso?
-Ya ha sido degradado una vez por mi culpa –respondió ella incómoda al tiempo que apartaba la mirada. –He hecho muchos trabajos a favor de los de su pueblo pero sus problemas profesionales no se los quita nadie. Cualquiera que se decida a ayudarme tiene que estar muy seguro de querer arriesgar su empleo.
-Aún así, te estarías metiendo en terreno lleno de gente en tu contra. Ellos ya te conocen y no creo que pasaras muy desapercibida por allá.
-Siempre hay que intentarlo todo cuando no sólo se está trabajando –dijo ella seriamente. –De un tiempo a esta parte, mi vida me importa bien poco mientras pueda sentirme realmente útil.
-¡Habló la optimista! –exclamé desagradada.
-Así vivo, por desgracia.
Como todo lo que había que explicar ya estaba explicado, me retiré al sillón para pensar con calma y alejar todos esos fantasmas que dominaban mis pensamientos.
Aún era tarde temprana pero el cielo estaba tan encapotado que invitaba a dormir una siesta. Pero no estaba para siestas aunque mis párpados me pesaran y mi cuerpo estuviera tan tenso.
Me arriesgué a pensar en lo que más nerviosa me ponía y traté de sacar conclusiones no logrando más que inquietarme más aún bajo la sombra de mi sombrero sobre mi cara…
-Andas azorada, veo –dijo una voz femenina a mi lado de repente.
Me sobresalté y mi sombrero se cayó al suelo, pudiendo así ver la cara de quien me había dicho eso.
-Oh, ¿estabas dormida? –preguntó la otra, una mujer con unos cuantos años más que yo, de largos cabellos rubios y elegante vestimenta de color tal como sus ojos, ojos de un extraño y a la vez intenso color violeta. –No pretendía asustarte.
Miré la sala y vi como Maribel no estaba.
-¿Dónde ha ido Maribel? –pregunté al tiempo que me enderezaba. –¿Y quién es usted?
-La buena de Merry no está aquí, eso es cuanto sé –la otra se encogió levemente de hombros, como si no fuera con ella. –Cuando llegué, aquí dentro sólo estabas tú. Aunque la pregunta debería ser: ¿Quién eres tú? ¿Familia del amigo Romer?
-No, sólo una víctima más de ese tal Tansa.
-Ah, el idiota ese. Entonces estamos en lo mismo –sonriente, se sentó a mi lado. No me resultaba desagradable. –Es un agobio pensar tanto en cómo vencerlo, ¿verdad?
-Tú lo has dicho –dije restregándome los ojos y limpiándome la babilla que se me había escapado por la comisura de los labios. –¿A ti también te ha atacado Tansa?
-Aún no. De hecho, ni me conoce pero, digamos que me resulta “sumamente molesto”. Si bien sé que no me pueden hacer nada porque aún no me conocen, no me siento tranquila cada vez que me despierto cada mañana.
-Así es y así será.
-¿Por qué lo dices? –preguntó ella aparentemente extrañada aunque con una expresión lo bastante falsa como para que pensara que lo que acababa de decir era una tontería.
-Si conoces alguna manera de quitarle todo su dinero a Tansa y que no vuelva a hacer de las suyas por el mundo, a lo mejor me siento más animada.
-Siempre queda la opción de que se mate…
-El asesinato no es lo mío –interrumpí asqueada al ver que la solución pasaba por el deceso de ese loco.
-Ah, niña mía, nadie ha dicho nada de matarlo: Lo que por mis labios salió es que se matará –afirmó la otra con un abanico que abría y cerraba con habilidad y velocidad. –Probablemente ni Merry lo sepa pero lo que está convocando ese idiota no es a su señor Satanás y, aunque así fuera y lograra traerlo (Lucifer lo quiera), no creo que tolerara la presencia de ese advenedizo.
-Merry… ¿te refieres a Maribel?
-¿No te resulta así más sencillo decir su nombre? Para ser japonesa, parece que se te da muy bien el inglés.
Me extrañó la familiaridad con la que me trataba pero me gustó mucho que, por una vez, alguien no me tratara de “china”.
-¿A qué te refieres con eso de que no convocará a Satanás? –a pesar del detalle, no abandoné el tema.
-A lo dicho: Merry ha recibido una intensa educación en estas lides pero, aún así, no lo conoce todo ni todas las posibilidades de los ritos humanos.
-¿Cómo voy a saber lo que sabe si nunca me ha contado nada?
-Puedes preguntarle lo que quieras: No es alto secreto –replicó la otra al tiempo que ocultaba su sonrisa tras un abanico. –Fronteras hay en todas partes y la pequeña Merry es capaz de verlas casi todas. La que Tansa pretende abrir es una de las que ella no conoce.
-¿Qué clase de frontera es esa?
-Tansa va a abrir una puerta hacia donde no hay nada –respondió ella seriamente.
-Pues vaya chorrada de frontera.
-No, no… no es tontería lo que mento –negó ella cerrando de golpe su abanico. –Imagínate ese agujero que lleva a donde no hay nada y piensa en este mundo que esta lleno de cosas: ¿Qué crees que podría pasar si no se cierra bien ese agujero? –no respondí pues me costaba entender lo que decía esa mujer. –Piensa en esto como si fuese un desagüe…
-¿Pretendes decir que todo lo que hay en este mundo irá a parar al vacío?
-No exactamente pero muy cercano a eso sí. En ese vacío hay toda clase de criaturas no precisamente benignas y si mis sentidos no me engañan, la que quiere venir ha engañado a Tansa. Vamos, lo que suelen hacer los demonios en las leyendas: Engañar a los pobres e inocentones humanos.
-Pues no me animas demasiado contándome eso… –la otra me miró extrañada, sin hacerme preguntas. Fue un largo rato de silencio bajo su escrutadora mirada hasta que me atrevía a hablar. –¿Qué?
-¿Nosotras nos conocemos de antes? –preguntó sin dejar de mirarme fijamente. –Tú cara no me suena pero me extraña que seas capaz de aceptar lo que cuento con tanta entereza.
-¿Te extraña que una chica normal como yo se haya acostumbrado tan rápido a esta clase de historias?
-Estos ojos… –musitó. –¿No recuerdas haberte perdido alguna vez? ¿Nunca te has confundido de caminos o te has quedado atrapada en algún lugar del cual no conocías la salida?
Solté una risita irónica y contesté con la cabeza bien alta y realmente segura de mi misma:
-Yo jamás me he perdido en toda mi vida –sin embargo, los ojos violeta de mi interlocutora, más que mostrarse jocosos por no creerme o sorprendidos por hacerlo… mantuvieron su gesto extrañado.
-No lo recuerdas, ¿verdad? –preguntó ella acercando una mano a mi ojos. –Una vez viste las estrellas en otro lugar… –me tapó la vista antes de que pudiera replicar. –Una vez, sólo una vez, no lograste encontrar el camino de vuelta a casa.
-¿Pero qué dices? –pregunté apartando su mano de mi cara… para encontrarme con que ya no estaba ahí.
Ya era de noche y yo seguía echada sobre el sillón. Maribel ya no estaba allí por lo que estaba completamente sola en ese salón. Y lo que creía que era la mano de la otra era el sombrero que había colocado sobre mi cara antes de dormir.
“¿Un sueño…?” me pregunté mirando en todas direcciones para tratar de encontrar a esa mujer de cálida expresión pero fría presencia. Aún sentía sus dedos sobre mis ojos y hasta creí notar el aroma gélido que desprendía. Pero todo indicaba a que por allí no había pasado nadie en un buen rato.
Me limpié la boca, me ordené el pelo y me levanté para estirar mis agarrotados brazos, ya medio dormidos. Salí de la sala y me encontré con que la casa estaba completamente vacía por lo que volví allí y, en medio de las tinieblas, vi como había una nota sobre la mesa.
Encendí la luz y leí esa misiva de Maribel:
“Gracias por mostrarme el camino hacia la casa de Doe. No hace falta que te preocupes más por el caso. Gracias a tu ayuda y a las indicaciones de Theodoros, ya sé cuál debe de ser mi plan a seguir. El señor Romer ha ido a avisar a las autoridades pertinentes y yo me dispongo a infiltrarme en la mansión de ese mal nacido.
Mañana, si no surgen problemas, habré liberado a Aaron.
No te preocupes por esforzarte más de lo que ya has hecho. No se me da bien tratar con la gente pero sé perfectamente cuando alguien ya ha llegado a su límite moral y tú ya hace mucho que ya lo has alcanzado.
Descansa.
Antes de una semana podrás volver sin problemas a tu casa.
Firmado: Maribel Han
Cuando acabé de ver esa nota simplemente sentí alivio; un alivio efímero que se transformó en una cerval preocupación por esa mujer.
¿¡Pero qué pretendía hacer!?
¡Meterse de lleno en la boca del lobo! ¡Esa idiota estaba totalmente chiflada!
Antes de darme cuenta, ya me había puesto la gabardina y rebuscaba en una caja de herramientas una palanca que, sin duda, iba a utilizar.
“¡Esa maldita tonta no aprecia su vida lo suficiente!” me dije al tiempo que salía de la casa. “Creo que ya es hora de que alguien le cante las cuarenta…”
Y no pasó demasiado tiempo antes de que una sombra más se perdiera entre las brumas nocturnas de Londres.
He aquí una nueva entrega de esta historia de fantasmas y sectas que interpeta de la manera más libre imaginable a los personajes de Maribel y Renko del nunca suficientemente ponderado Zun.
Creo que será a partir de la siguiente entrega que empezaré a usar las palabras necesarias para que os déis cuenta de a qué autor acabé haciendo referencia aún sin haberlo conocido (aunque, ni mucho menos, puedo comparar mi prosa con la suya). Hasta el momento ya he dejado muchas pistas así que, imagino, al menos uno se habrá dado cuenta de a quién me refiero.
Sólo esperando que cuanto haya escrito sea de vuestro agrado, me despido hasta más leer.
Ilustración: Nethka
Escuchando: Eight Melodies
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